Ok, todo el mundo habla de que la gran ventaja de ser emprendedor es poner tus propias reglas, tu propio horario. Básicamente que tú puedes diseñar tu emprendimiento según lo que desees.
Sin embargo, eso no es lo que pasa en la realidad. Uno empieza con su emprendimiento, y al poco tiempo sientes que pierdes el control. Tus clientes te piden que los atiendas en otro horario, que haga excepciones, que crees un nuevo producto, servicio, que extiendas la oferta.
Y cómo estamos empezando, y hemos escuchado tantas veces que ¨el cliente tiene la razón¨ pues cedes, estás más preocupado en obtener clientes así que decides que no es tan grave hacer esos pequeños cambios.
Quiero decirte que esto no es necesario y que en definitiva no lo recomiendo, ¿por qué? Porque si no establecemos límites desde un inicio, luego se hace aún más complicado. Además, la lógica que nosotros podamos tener, no es necesariamente la misma que otros.
Por ejemplo, con Lettra, cuando empezaba a dar cursos presenciales, no tenía una póliza sobre recuperación de clases. Si algún alumno faltaba, le decía que lo podían recuperar la próxima semana. Pero al poco tiempo ya no era sólo un alumno, eran 4, y cada vez iban extendiendo más esa recuperación. Una vez tuve una alumna que regresó después de 1 año a pedir su recuperación. Ahí me di cuenta que la culpa de todo este desorden era mía, no había dejado en claro cuáles eran las condiciones, cuáles eran los límites y bajo qué circunstancias podíamos hacer excepciones. Cuando cuento esto, la gente se sorprende al pensar que una persona pensó que le guardaría su cupo por más de 1 año, pero, si tenemos las cosas claras desde el inicio podemos ganarnos problemas gratis.
Hoy te invito a evaluar tus límites, pensar en qué parte de tu negocio necesitas volver a tomar el control y hacer los ajustes necesarios.