Desde que tenía uso de razón mi plan era estudiar ingeniería igual que mi papá, me gustaban los números y las computadoras así que pensé que informática era para mí.
Terminando el colegio apliqué a una universidad en EEUU y me fui a Nueva York a cumplir mi sueño y el de mi familia. Pero… estando allá las cosas fueron cambiando. Lo que me gustaba antes ya no me atraía y la idea de seguir haciendo esto por el resto de mi vida me daba pánico. No me salía un ejercicio de programación y sentía que estaba fallando exponencialmente.Ya casi cerrando mi primer semestre de estudios fui a ver a mi consejero académico y le comenté lo que me estaba pasando.
El decano Burns me recibió súper amable en su oficina, él se encargaba específicamente de los estudiantes internacionales. Estoy segura que no era la única con ese problema en ese momento. Me preguntó:
“¿qué cosas siempre te han gustado hacer, cuál es tu pasión?”.
Me di cuenta que nunca me había hecho esa pregunta a mí misma. Le conté que desde siempre me había gustado hacer cosas con las manos, pintar, dibujar, en general crear o hacer arte y que me encantaban los libros. También le comenté que nunca había visto esa parte de mí cómo algo serio, siempre había sido mi forma de desestresarme o equilibrarme. Y que no creía que en mi familia pudieran entender un cambio así, tan drástico.
Me dijo que este era el momento preciso para intentarlo, para seguir lo que realmente me gustaba. Me aconsejó probar por un semestre los cursos de arte, que no me preocupara, que todo se iría acomodando si éste era realmente mi camino.
No lo pensé mucho, fue una de esas cosas que las haces por impulso antes de arrepentirte.
Al siguiente semestre cambié todas mis clases a la facultad de arte, quería darle una oportunidad con lo mejor de mí, para ver si realmente mi carrera podía por ahí.
Uno de mis cursos favoritos fue Introducción al Grabado, me encantaba trabajar en serie, hacer múltiplos de algo. Me gustaba tener un método, un orden, que fuese necesario controlar todas las variables para que cada pieza saliera igual que la anterior. Era exigirme día a día. Recuerdo salir de mi estudio dentro de la facultad con el cuerpo fisicamente agotado, pero con el alma llena de energía.
Un día, la profesora de grabado llevó a clase sus libros de artista y nos contó que ese era otro camino que seguían los grabadores al llenarse de múltiples ejemplares. Por eso ella, además de hacer grabado, también exploraba creando libros.
Todos en mi clase nos quedamos maravillados y le empezamos a pedir aprender más. Rachael (nuestra profesora) decidió hacer un mini taller de un fin de semana para nosotros, totalmente fuera de el programa académico, nos veía así de desesperados.
Ese día fue la primera vez que encuaderné y quedé completamente enganchada, enamorada.
La verdad es que todos nos quedamos maravillados con lo que significa entender el papel en otro nivel, de otra manera más allá del dibujo o del grabado. Le volvimos a insistir que queríamos profundizar aún más. La encuadernación se había vuelto rápidamente una adicción. Para el siguiente semestre Rachael le pidió a la facultad de arte que le dejaran abrir un curso adicional de exploración en libros de artistas para nosotros.
Pasamos todo ese semestre haciendo nuestros primeros libros, pensando en cómo perfeccionar nuestra técnica y encontrando nuestra voz como artistas al mismo momento. En lo personal, experimenté haciendo cajas y creando libros objeto. Estudié el Quipu como una especie de libro antes del libro tradicional. Y dediqué mi tesis de grado a esa exploración. Después de mi graduación llegué a exponer algunas de mis piezas en la biblioteca de libros raros de mi universidad.
Así empezó mi camino, entre casualidad y creyendo en seguir mi pasión. Después fueron apareciendo más oportunidades, más forma de seguir creciendo, yo también aprendí a buscar y ponerme en el lugar correcto para aprovecharlas. Y tal y como me dijo mi consejero en mi momento de crisis “todo fue encontrando su lugar”.
Aprender a crear
Tener conocimientos bases y aprender a crear
Que bellas historias de vida Roxi, si puedes busca el libro El Plan de tu Alma, de Robert Schwartz . Hay muchas vivencias que programamos antes de “volver” . Te comento que sigo en Bali hasta el jueves Un abrazo
Hola Carmen! lo voy a buscar de todas maneras, yo creo en lo que mencionas, todo pasa por algo y nosotros escogemos nuestros aprendizajes de vida. Que sigas disfrutando en Bali, abrazo de vuelta 🙂
Fascinante, me identifico con esa historia y si, tambien me apasiona lo que puedo imaginar y crear.
Qué genial saber que te identificas con mi historia. Tenemos más habilidades de las que nos imaginamos. De seguro que se vienen proyectos hermosos en tu futuro!