Puse “lo justo”, pero a lo que me refiero, es que nos cuesta demasiado poner un precio alto o por lo menos razonable sobre los productos artesanales que hacemos y vendemos.
Probablemente, cuando te piden cotizar algo piensas en los materiales. Es fácil, haces una lista, sumas y restas, y te sale el costo. Perfecto, tienes el paso 1, pero luego llega la parte dónde te toca cotizar tus horas de trabajo.
Ahí es donde todo se complica. No sabes cuánto ponerle.
Como punto de partida me parece que el sueldo mínimo de tu país te da una idea. Por lo menos sabes que menos de eso no deberías de cobrar. La forma lógica que puedes hacer después es calcular cuánto quieres ganar por mes, cuantas horas trabajas al día. Haces una división rápida y te da un número. ¿Ese número te asusta? ¿Te tranquiliza? ¿Cómo te hace sentir?
El dinero, para los artistas o creativos es todo un tema. Nos hacemos un mundo, porque lo tomamos personal, cuando realmente no tiene por qué ser así. Lo que ganamos no define quienes somos, por ende, lo que cobramos tampoco.
El valor de las cosas está más conectado a los resultados que podemos ofrecer, a la transformación, y no al trabajo en sí. Si todo fuera sumas y restas no existirían marcas de lujo, los vuelos tendrían tarifas fijas, y la educación se cobraría simplemente por el número de horas dictadas.
Esto suena irreal, porque lo es. Porque sabemos que un vuelo directo en temporada alta, cuesta el doble que uno en temporada baja, aunque el vuelo sea el mismo. Sabemos que una maestría de una universidad reconocida puede significar un aumento de sueldo mayor, sin importar realmente la cantidad de conocimiento que ésta nos dé. Ahí estamos apostando por el resultado que obtenemos, no por los materiales, no por el tiempo.
Entonces, ¿por qué sigues poniendo tus productos en una fórmula que está más pegado al costeo de una fábrica? Es por costumbre, es por haber escuchado por años que lo artesanal no tiene tanto valor. Y es parte de nuestro negocio, mostrar el valor que nosotros podemos aportar. No podemos confiarnos de que la sociedad vaya a cambiar. Muchos me dicen “en EEUU pagan más”, y es verdad, pero la vida cuesta más, y he visto muchos artistas y creativos tener las mismas luchas que yo en Perú.
Hay productos que dejé de hacer simplemente porque no podía cobrar lo que yo quería. Por ejemplo: libretas con cosidos muy complejos. El trabajo significaba que sería un cuaderno de más de 200 soles, y sabía que era muy poco probable vender algo así. Sin embargo, era fácil vender un álbum de fotos para un matrimonio por más de 300 soles, no me demoraba tanto tiempo, podía cobrar acorde a mis tarifas y todos estábamos contentos.
Así que te pido que analices tus productos, fíjate cuál es esa combinación dónde puedes dar valor y dónde puedes cobrar “lo justo”. Ahí está tu oportunidad de crecimiento.