La caja de herramientas de un encuadernador es algo bastante personal. Ahí están desde tus compañeras favoritas, hasta las que no usas mucho, pero tienen un significado especial.
Como siempre he tenido un lugar fijo donde encuadernar, la mayoría de mis herramientas suelen vivir en tazas o en distintos portalápices. Así que nunca me preocupé en armar una estuche especial hasta que tomé mi primer curso en AAB (American Academy of Bookbinding).
Digamos que esta escuela es las ligas mayores de la encuadernación. Estaba muy emocionada y asustada la primera vez que fui. Iba del “no puedo creer que estoy acá, que estoy entre encuadernadores, que mis profesores son de los mejores del mundo” a… “que mi*rda hago acá, sí, sé encuadernar, pero… no soy cómo ellos, todos acá tienen mucha más experiencia que yo, mejor me quedo callada y paso desapercibida”.
Previo al curso preparé mi estuche, agarre mis mejores plegaderas, mi bisturí, mis punzones más elegantes (sí, tengo punzones que se ven mucho más profesionales que otros, esa es discusión para otro momento), mis agujas, mi cera de abeja, y mi portaminas. Todo se veía muy ordenado, tan limpio.
Llega el primer día de clases. Soy una de las primeras en la escuela, escojo un lugar y dejo mis cosas. Tiempo después aparecen mis otros compañeros con todo su arsenal de herramientas. Yo me sentí tamaño pulga. ¡Otra prueba de que no debería de estar acá! O sea… ¿Qué es todo eso? Y… ¿por qué no lo tengo?
Mientras iban avanzando las clases me di cuenta que había aprendido a manejarme con pocas cosas, a veces alguna indicación se me dificultaba, pero podía solucionarlo. Me autodenominé como una encuadernadora minimalista, sólo con lo necesario e indispensable. O sea, si de por sí el viaje hasta Telluride, Colorado es larguísimo, mejor es ir con las maletas ligeras ¿no?
Mi caja de herramientas es preciada, en ella hay historia. Te podría contar cómo conseguí cada una de las cosas que están ahí, porque son recuerdos de mi camino en la encuadernación. Si ella hablara me diría: no necesitas nada más ¿empezamos?