El mandil de un artista es casi como la capa de un superhéroe. No sé, pero algo sucede cuando me lo pongo, me siento lista para empezar. Soy la única? No lo creo.
He tenido varios en mi vida artística. Cada uno tiene su historia, y eso es algo que me encanta.
Esta mi primer mandil, el de la universidad, el que usaba cuando trabajaba en una cafetería y se volvió mi mandil para arte ni bien renuncié. Está lleno de pintura de grabado, tintes y me recuerda siempre cuáles fueron mis inicios.
Está el mandil que obtuve cuando hice prácticas de restauración en el Museo de Arte Nacional de Bolivia. Mis papás vivieron una época por allá, así que en vacaciones de la universidad busqué emplear mi tiempo e ir aprendiendo, como ves, no me puedo quedar quieta.
Luego está el mandil que me regaló una buena amiga en mi cumpleaños, Claudia, quien se encargó de diseñar Lettra y transformó mis ideas en realidad.
También está el mandil de Miró que compré en Barcelona cuando andaba en mi súper viaje de aprendizaje del 2014. El mismo viaje dónde hice mis prácticas en Alemania, con quienes perfeccioné mi técnica.
Luego está el mandil de la ciudad de Rochester, ahí fui a la universidad, y se convirtió en mi casa por varios años. Esta ciudad siempre me trae lindos recuerdos, me recuerda a mis compañeros de clases, mis profesores, mis primeros pasos en el arte y más. Volví unos años después a visitar una amiga y para llenarme de la energía de esta ciudad.
El penúltimo es mi mandil de AAB (American Academy of Bookbinding), la escuela de encuadernación en EEUU dónde aún sigo capacitándome. Éste es uno de mis favoritos, y el que está más o menos limpio porque sólo lo uso para encuadernar y no para marmolear. En AAB sigo aprendiendo más sobre este gran mundo de la encuadernación, me sorprendo constantemente y me siento orgullosa de poder llamarme alumna.
Todos ellos han estado conmigo y cuentan un poco de mi historia.
Hace unos meses llegó el primer mandil de Lettra, después de 5 años me animé a mandar a hacer uno con mi marca, y me encanta. Estoy feliz de que este mandil empiece a guardar mis recuerdos de encuadernación de ahora en adelante.
¿Y tú? ¿Qué pieza mundana para unos, tiene un significado especial para ti? ¿Quizás una taza? ¿Una casaca? O… ¿tú también tienes una relación especial con tu mandil?
Cuando trabajé a tiempo completo con Ikebana, el mandil era lo primero al llegar a la Academia, una noche saliendo muy tarde, un amigo me hace notar, “- es que tu mandil ya es parte de tu piel?” estas con casaca en la puerta esperando el taxi, pero bien puesto TU mandil!!! me identifico a mil con cada palabra tuya, Roxana!
Realmente el mandil se vuelve parte de nosotros. Creo que todos los mandiles podrían contar grandes historias.