Algo que no todos saben es que en la Universidad hice mucho grabado.
Disfrutaba de la precisión, del control, de poder hacer una edición de algo y del contacto con máquinas con historia. Estas imprentas ya no se fabrican, así que si quieres una tienes que ponerte a buscar en talleres antiguos o en grupos de internet.
Cuando regresé a Perú, después de graduarme de la universidad, fui junto con mi papá al centro de Lima a buscar una imprenta. Después de varios días, recorriendo las calles dónde se mandan a hacer recuerdos de bautizo o invitaciones de quinceañeros, la encontramos.
Necesitaba mantenimiento, pero yo me quedé fascinada. Preguntando un poco más encontré 2 juegos de tipos. ¿Qué es un tipo? Son las letras pequeñas con las que antes se imprimían los textos. Cada una se iba colocando junto a la otra, para formar palabras, y luego oraciones. Estos tipos eran especiales, estaban en español, es decir que habían “ñ” y vocales con y sin acentos. Los tipos son difíciles de conseguir, la mayoría fueron vendidos al peso.
Mi nueva vieja-imprenta necesitaba rodillos nuevos, así que los mandé a hacer. Después de unas semanas estaba lista para ponerme a imprimir. Y lo hice, imprimí mi nombre, en tinta roja y negra, en varias hojas de papel. Poco tiempo después vino una mudanza y entre la confusión se perdieron mis rodillos. Quise buscarles reemplazo, pero me dijeron que sin las medidas exactas del original no podían hacer una copia.
Mi imprenta dejó de funcionar. Y poco a poco se fue apagando. Como era tan interesante, y tenía su historia, la dejé en la entrada de Lettra. Pero, mis juegos de tipos pasaron a segundo plano, se quedaron en un mueble acumulando polvo.
Un día, una chica pasó por el taller y vio la imprenta. A los pocos minutos nos preguntó si teníamos los tipos y si alguna vez habíamos pensado en venderlos. En ese instante, le dije que sí los teníamos, pero no estaban a la venta. La verdad, tenía esperanza en volverlos a usar. Aunque ya habían pasado 4 años y todavía no había encontrado c
ómo solucionar el problema de los rodillos.
Desde este día pasó un año, y durante la cuarentena la misma chica nos escribió y nos preguntó si habíamos cambiado de parecer. Esta vez le dije que sí.
No era justo que yo los siguiera teniendo conmigo, son una pieza de la historia, sí. Pero aún pueden ser utilizados y yo sólo los tenía dentro de un mueble.
Cuando los compré, adquirí dos juegos. Uno de ellos lo ordené y el otro sólo lo separé en pequeños vasos de plástico. El día en que Verónica pasó a recogerlos llegué temprano a Lettra, y me puse a ordenar ese juego de tipos, al que no le había dado la atención en su momento.
Mientras le ponía nombre a cada vaso recordaba cómo me sentí al adquirirlos. Era otra persona, tenía otras ideas sobre mi futuro, y también sobre lo que haría con ellos.
Así se pasó 1 hora y apareció Verónica. Me contó que era grabadora también y que estaba muy emocionada de poder adquirirlos. Que tenía pensado un proyecto de poesía visual junto a una compañera. Cuando escuché sus palabras y sentí su energía supe que estaba haciendo lo correcto.
Los tipos iban a ver la luz, iban a poder cumplir su función, iban a vivir nuevamente. Estos tipos han contado mil historias, de forma literal. Y después de una gran pausa, volverán a contar mil más.
A veces es difícil dejar ir proyectos, sobre todo los que más nos costaron empezar, pero si ya no somos esa persona ¿por qué nos aferramos? Mis tipos se fueron, con otro dueño, a seguir con su vida.
¿Qué proyecto necesitas soltar tú?