Sé que has escuchado que las lijas nos pueden dar un mejor acabado a nuestros cuadernos. Sin embargo, llegas a la góndola de la tienda, ves más de 20 opciones y no sabes qué hacer, ¿verdad? Por eso hoy te voy a contar todo lo que necesitas saber, de forma fácil y sencilla.

¿Por qué hay de tantos colores?

Las lijas vienen de diferente color, porque sirven para lijar distintos materiales. Mis profesores me han recomendado usar lijas para madera para lo que es trabajo en papel y cartón, ya que su composición es muy parecida. Estas lijas normalmente son de color marrón pero a veces también las encuentras en color blanco.

¿Y las lijas negras?  ¿Las más conocidas como lijas al agua? Estas lijas se usan más que todo en metal, y por eso las tengo en mi caja de herramientas, me sirven para limpiar alguna imperfección en mis herramientas de acero. No sería mi primera opción para trabajar sobre papel, pero igual cuando no he encontrado las de madera las he utilizado.

¿Qué números debería de comprar?

A mi parecer necesitas por lo menos 3. Me gusta empezar cualquier trabajo con una #80, mientras voy avanzando cambio a una un poco más fina como la #120 y ya para los retoques finales uso una #220 o #320. En cuestión a las lijas mientras más grande es el número más fina es.

¿Para qué más puedes usar tu lija?

Lo principal es para limpiar cantos de libros o cortes de tus cajas, pero a veces nos olvidamos de nuestras plegaderas. Si tienes alguna que por el uso ha perdido su punta, la lija puede ayudarte. En lo personal he utilizado la lija al agua para mi plegadera de hueso y la de madera para mi plegadera de madera.

Consejo

En otros países puedes encontrar estos distintos soportes dónde pegamos la lija y vamos avanzando. Son anatómicos y facilitan nuestro trabajo. En el Perú no los he encontrado con facilidad, por lo cual prefiero cortar pedazos de cartón pequeño y ahí pegar mis retazos de lija. ¿Por qué los pego sobre cartón? Porque de esta manera me aseguro de estar trabajando de forma pareja. Cuando usamos la hoja suelta, a veces, tendemos a amoldarla a nuestra mano o dedo y el resultado no es el óptimo.

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